miércoles, 14 de octubre de 2009

EL REGALO DE LA LIBERTAD.





Tras el horizonte, rayando el límite de lo visible, algo se acerca volando.

Iluminado por el sol, sus alas están bañadas de chispeantes colores,

parece que con su aleteo cubriera el cielo de diminutas lunas que

desaparecen si las miras con fijeza.

Todo teñido de rojo por la aurora ... el vuelo majestuoso de aquella ave

que se perfila como una gaviota, se recorta sobre el azul cristalino del mar.

! Viene a mí, ... se dirije hacia mí !

Todo su cuerpo : alas, pico, ojillos ... están hechos de trasparencias como

el cristal y su bellísimo plumaje revestido con los matices del arco íris.

Parecía un espejismo... mas no lo era.

Ya que su fascinante figura se reflejaba sobre las aguas, trasfigurándose así

de ave a pez alado.

Y como si el mar hubiera tenido conciencia de ello, desde sus hondas

entrañas empezaron a brincar, saltar y zambullirse en una alegre y alborozo

delírio y paroxismo toda clase de peces.. uno tras otro, como dándole la

bienvenida.

Un aire de gracioso misterio envolvía todo. ... Y yo que observaba aquello,

anhelé unirme a esa mirada que parecía traspasarme.

! Qué juego de luz, armonía y belleza !

Si hasta la luna parecía querer estar por más tiempo presente,

pendida desde lo alto, refulgiendo con sus haces luminosos las alas de la

gaviota.

Sol y luna ... y el fuego de la alborada y ondulante mar. Me sentí presa de

una fuerza sobrenatural.

Entré en las aguas hasta la cintura. La gaviota ya se hallaba más cerca de

mí,
cada vez más radiante. No... no podía apartar sus ojos de mis ojos.

Sin saber cómo ni cuándo, súbitamente me ví rodeada de conchas marinas

que se iban abriendo a medida que la hermosa ave se acercaba.

Las naqueadas conchas se abrieron por completo. En el centro una perla.

Y estás magníficas perlas se unireron sobre el cuello de ella, engarzadas

por la misma luz que brotaba de cada una .

Sentí que mi cuerpo iba consumiéndose poco a poco , mis pies tomaron la

grandiosidad del espacio marino. Y cuando ya apenas tenía conciencia de él,

la imponente gaviota me rozó suavemente la mejilla.

Desde aquel preciso instante... ya unida a ella, me remonté hacia el cielo

y las estrellas. libre de toda atadura.

¿ Acaso fue un sueño ?

O es ahora cuando ciertamente estoy soñando. .... ¿ Quién lo sabe ... ?

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